Aunque es difícil de entender y muchas veces de aceptar, las pruebas que nos pone la vida no son casualidades, son como exámenes específicos para cada uno de nosotros y hasta que no aprendamos la lección, se nos seguirán apareciendo una y otra vez.
En general es complicado reconocerlas y requiere de trabajo el poder superarlas.
Las pruebas no se escogen, llegan a nosotros sin desearlas y cuando menos queremos o las necesitamos, a pesar de ello cuando se nos presentan, hay que aprender a reconocerlas, identificarlas y hacer lo mejor que podamos para pasarlas, porque a pesar de confrontarnos de manera muy profunda, nos brindan la oportunidad de crecer y aprender de ellas.