Acaba de pasar el día internacional de la mujer y por lo mismo y ante la gran tristeza que siento ante las estadísticas cada vez más altas de violencia hacía la mujer en varias partes del mundo, pero muy específicamente en México en donde cada día hay más feminicidios e impunidad ante estos aberrantes actos, me decidí a escribir algo al respecto, pues es un tema recurrente en mis consultas, donde en la mayoría de mis pacientes se menciona un sinnúmero de agresiones, desde violaciones incluso por el mismo padre, abusos y maltratos por parte de familiares cercanos y lo más común violencia física, psicológica, económica y de otros tipos por parte de las parejas o esposos.
Visto desde fuera, muchos se preguntan ¿por qué las mujeres no actúan ante la primera señal de maltrato y se alejan o buscan ayuda?
La respuesta es muy simple, porque en la mayoría de los casos la violencia se ha “normalizado”, pues es algo que han vivido desde siempre y les es difícil identificarla.
Considero que la violencia de género, es una forma de educación que está presente en todos los aspectos de nuestra vida, desde la guardería hasta la universidad, desde programas de la televisión, hasta las películas, desde los cuentos de hadas hasta los libros, en fin, está en todas partes, en la música, la pintura, la religión, la sociedad y claro en nuestra propia familia.
Cabe destacar que la autoestima es un término muy usado últimamente y pareciera estar de moda, sin embargo, es necesario aclarar que la autoestima no nace espontáneamente o de manera voluntaria, la autoestima se forma de las experiencias de vida, de lo que cada una vivimos en nuestra infancia, en nuestros primeros años de vida y esta primera percepción está basada en la forma en la que nos valoraron las personas importantes cerca de nosotras, nuestra madre, padre y familia cercana.
Es decir, la familia y adultos mayores con los que convivimos desde nuestro nacimiento, son los modelos y la primera imagen de la forma en la que percibimos nuestro ser.
Más adelante, la sociedad y cultura también influenciaran de manera importante en nuestra identidad, obviamente esto pasa en hombres y mujeres.
Pero, siendo realistas estas experiencias en la mayoría de los casos son muy desfavorables en las mujeres, por lo que es más común encontrar mujeres con una autoestima pobre en relación a los hombres, aunque éstos se hayan criado en el mismo ambiente e incluso en el mismo entorno familiar.
Y claro la conclusión es, aprendemos y formamos nuestra autoestima de lo que vivimos y si lo hicimos en un medio donde convivimos con la agresión y violencia ejercida hacia las mujeres de muy distintas formas, ¿Qué crees que pasa? que tenemos sentimientos de minusvalía, incapacidad, impotencia y claro con un deterioro importante en la autoestima, que limita el poder y crecimiento personal.
Todo lo anterior nos lleva a darnos cuenta que es imprescindible primero hacer conciencia, después querer cambiar nuestra situación, para así, identificar lo aprendido, hablar lo que nos pasa, pedir ayuda, y a partir de ahí, tener la certeza de que de nosotras depende el cambio, de desaprender lo aprendido, de encontrar nuevos caminos, de identificar nuestros recursos, de buscar la capacidad para ser felices, de sentirnos plenas, aceptarnos, valorarnos, afirmarnos y tomar las riendas de la propia vida.
Mantener la autoestima y amor propio, es un proceso, no se da de la noche a la mañana, se necesita constancia y esfuerzo, es un trabajo que va a durar toda la vida y requiere de nuestra atención, de ponernos en acción, elegir, decidir, de ubicarnos siempre en primer lugar, es decir ser las protagonistas principales de nuestra historia.
Y si te encuentras en un momento difícil donde no sabes cómo actuar, que hacer y cómo salir de una situación en la que no quieres estar, recuerda que hay muchas personas a las que les puedes pedir ayuda, no estás sola, siempre hay alguien que te puede tender la mano y lo más importante hablarlo, para así poder cambiarlo y sanarlo.
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