El proceso terapéutico está muy idealizado, la mayoría de nosotros al empezar, creemos que algo mágico va a suceder y que nuestros síntomas, conflictos, miedos y heridas van a sanar solo al identificarlos y que como en los cuentos de hadas, todo va a cambiar y vamos a ser felices para siempre.
Sin embargo, en la realidad no pasa así, el ir cavando cada vez más profundo en nuestro inconsciente, resulta retador, se convierte en una búsqueda, unas veces descubrimos cosas maravillosas y otras, heridas tan profundas, que a veces ni recordábamos, pero que al identificarlas ya no actuamos automáticamente y empezamos a entender porque nos comportábamos de manera exagerada, ante cualquier estímulo por pequeño que fuera que se asociara a esa herida y poco a poco, vamos comprendiendo nuestras reacciones emocionales.
Asimismo, al ir abriendo la consciencia e ir quitando velos de nuestros ojos, que no nos dejaban ver con claridad, como si todo el tiempo tuviéramos puestos unos lentes con un filtro de un color diferente, empieza el boicot y al ir destapando, trabajando y liberando situaciones que no queríamos ver, surgen las resistencias, las excusas, los imprevistos y olvidos; es en esta parte del proceso donde empezamos a sentir que estábamos mejor antes, que para que le movemos tanto, que no hay que continuar, pudiendo sentir tristeza, desesperanza, incomodidad, incluso enojo; es decir, empiezan a desfilar frente a nuestros ojos, los famosos mecanismos de defensa.
Sin embargo, es ese momento el más importante para continuar, no ceder ante esa vocecilla que nos orilla a suspender y si no desistimos, empieza la claridad, la aceptación, la comprensión y nos damos cuenta que volver a las heridas, nunca será igual, no tenemos la misma edad, no lo viviremos con el mismo dolor, tendremos una visión diferente; hoy estamos en otro lugar y circunstancia, estaremos acompañados y contenidos por alguien y veremos claramente una luz que ilumina la escena y nos lleva a la salida, surgiendo con mucha fuerza una nueva percepción, sintiéndonos más fuertes y seguros.
El proceso terapéutico, no es una línea recta, tiene altas y bajas, crestas y valles, tiene variaciones constantes, es como un baile en donde seguimos el ritmo de nuestro corazón e intuición, escuchando a nuestro sistema, siguiendo su ritmo, sin querer correr y teniendo claro que no hay premios instantáneos, que lleva algún tiempo y como su nombre lo dice es un proceso.
Definitivamente es eso y más, es sorprendernos ante información que tenemos adentro muy guardada, y que cobra vida y sentido, es entender que algunos de nuestros comportamientos, que muchas veces no entendemos, vienen incluso de mucho antes de nacer, de nuestros ancestros, de las experiencias y expectativas de nuestros padres, del momento de la concepción y gestación y de los primeros años de vida.
Todo esto desconcierta, pero una vez que se abre la puerta y se tiene una mirada más amplia y profunda de las experiencias vividas, nos permite dar pasos hacia nuestro conocimiento y podemos reconocer momentos de libertad y alegría en lo más profundo de nuestro ser.
Indiscutiblemente, es una decisión personal, es darse permiso, es ser valiente, es identificar el objetivo que se desea conseguir e irlo desarrollando, como una obra de teatro donde tú eres el personaje principal, y donde se van desprendiendo poco a poco las máscaras que has utilizado y donde ahora, puedes elegir cuando y donde usarlas, pero ya no de manera automática, sino de manera consciente.
Es un viaje, quizá uno de los más importantes de tu vida, pero no a un país exótico, sino a tu mundo interior, es no tener expectativas, dejarnos sostener, ir reconociendo y recuperando nuestros recursos, usarlos y atrevernos a dar los pasos necesarios para liberar lo que estaba guardado muy adentro, bajo llave, es abrirnos a la vida, más ligeros y dejarnos fluir.
Gracias Qilimbic, por permitirme vivir esta experiencia tan profunda, de tanto crecimiento de donde salgo fortalecida, donde conozco el camino, me abro a nuevas posibilidades, comprobando que funciona, teniendo seguridad plena, valiéndome de las herramientas tan poderosas ahí aprendidas, identificando rutas de acceso a estados de sanación y bienestar, para así, poder darle la mano a quienes deseen emprender el camino de conocimiento y transformación de sí mismos.
Autor: Dalia Villasana Escoto. Profesional Master Qilimbic
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