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Fábula del caballo perdido.

  • Foto del escritor: Psicóloga Dalia Villasana
    Psicóloga Dalia Villasana
  • 8 abr 2021
  • 2 Min. de lectura

Hace muchos años, en una aldea del norte de China, vivía un hombre que tenía un caballo espléndido. El caballo era tan hermoso que la gente recorría leguas y leguas solo para poder admirarlo. Todos decían que era una bendición tener un caballo como ese.


-Tal vez -decía el dueño del caballo-, pero lo que parece una bendición puede ser una maldición.

Y la gente pensaba que el hombre era un pesimista y un ingrato.

Una mañana el hombre encontró su establo vacío, con la puerta abierta. El caballo había escapado, o alguien se lo robó.

La gente acudió a decirle al hombre cuánto lamentaban su mala suerte.


-Tal vez -dijo el hombre-, pero lo que parece una maldición puede ser una bendición.

Y la gente pensó que era un necio.

Semanas más tarde, el caballo volvió, pero lo seguían veintiún caballos salvajes. De acuerdo a la ley, los veintiún caballos pasaron a ser propiedad del hombre.

La gente acudió una vez más a felicitarlo por su buena suerte.


-Tal vez -dijo-, pero lo que parece una bendición puede ser una maldición.

Poco después, el único hijo del hombre se rompió una pierna tratando de domar a uno de los caballos salvajes.

Una vez más la gente lamentó su mala suerte. Y una vez más el hombre respondió lo mismo:


-Tal vez, pero lo que parece una maldición puede ser una bendición.

Al día siguiente el prefecto llamó a filas a todos los jóvenes de la aldea para luchar contra una invasión del país vecino. La batalla fue terrible y todos los jóvenes que habían ido a pelear murieron. El único que sobrevivió fue el hijo del hombre, que tenía rota la pierna.

Desde entonces en la aldea, pase lo que pase, todos dicen:

Lo que parece una bendición puede ser una maldición.

Lo que parece una maldición puede ser una bendición.



Bella fábula que nos lleva a reflexionar sobre la vida misma, todos pasamos por buenas o malas etapas, todo cambia, nada permanece estable y lo que podría parecer una desgracia al final termina siendo una bendición.

Finalmente, la fábula nos lleva a cuestionarnos sobre la aceptación de las cosas que suceden en nuestra vida.

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